DESENMASCARAR LA HIPOCRESIA
El escándalo y posterior descrédito público parece que ya no son suficientes para disuadir la tentación de sacar provecho económico o de otra índole de determinados altos cargos del panorama político, social y económico mundial. Incluso en los Tribunales, parece que las penas han sido valoradas sobre la base del binomio 'tiempo de reclusión/riqueza sustraída', siendo el resultado aparentemente favorable para perpetrar o mantener esas deplorables conductas.
Como hemos dicho, pocos son los medios de disuasión efectivos. A través de esta sección nos sumamos al control democrático que ejercen los medios de comunicación, seleccionando algunas de sus noticias y sometiéndolas a exámen público para intentar descubrir la verdad de lo que hay detrás de las acciones, las conductas y las manisfestaciones de personajes o instituciones.
La hipocresía está llegando a cotas impropias en un mundo en el que casi todo se ve y todo se escucha. En otras épocas, cuando la información se transmitía del boca a oído, tal vez pudiera estar justificado, pero hoy, que todo se transmite a tiempo real, es indignante que se haga uso de ese arte de fingir cualidades o sentimientos de los que se carece.
Etica, moralidad y reputación han sido los valores por los que muchos han luchado y han merecido el respeto de sus conciudadanos. El dinero nada ha tenido que ver para hacerse merecedores de ese respeto, pero hoy parece que todo va al revés, que la riqueza conlleva implícitos esos valores y que, por lo tanto, ése es el falso objetivo que persiguen algunos.
Incluso el talento parece medirse sólo por los ingresos y, tal vez por ello, es frecuente que sean noticia las retribuciones de los altos cargos de la administración, de las empresas públicas, la banca y un largo etcétera. Tanto es así que quién no tiene tanto entra también en el juego de las apariencias, y así, coches, viajes, trajes o relojes se convierten en moneda de pago de favores que acallan temporalmente el ego, la envidia y la soberbia del receptor. Lo lícito, lo legal, lo correcto se invierten y se favorece, a través del soborno, lo especulativo, lo fácil, lo no competitivo, lo peor.
No. No vamos bien. Éste no es el camino para conseguir una sociedad mejor. Es el "sálvese quién pueda". Es el "todo para el pueblo sin el pueblo". Es el dejar de ser competitivos por lastrar a las empresas y a las instituciones con costes descomunales e improductivos cuyos déficit deben pagar los ciudadanos.
Esperamos que estas páginas sirvan para desenmascarar a quien hace uso de la hipocresía en beneficio propio. Más aún, esperamos que sea una nueva forma de corregir las asimetrías psicológicas entre lo que creen algunos que son (sus cargos) y lo que otros, los ciudadanos, interpretan. Estamos seguros que merecemos mucho más o, los que hay, se merecen mucho menos.
Correo de contacto: desenmascarar@kimerius.es
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